Tras seis discos publicados a finales de los años sesenta y polémicos conciertos-rituales en los que Morrison parecía poseído por un alma chamánica, mientras los Doors creaban una música hipnótica para producir un efecto catártico, Morrison renunció a los favores de la gloria y la fama, se arrancó la máscara de sex-symbol, y eligió el «viaje tranquilo» para imponerse como poeta que trabaja en su propio jardín: «La auténtica poesía abre todas las puertas ―diría Jim―. Puedes cruzar la puerta que más te convenga. Por eso me atrae tanto, porque es eterna. Mientras haya gente en el mundo, podremos recordar palabras y combinaciones de palabras. Solo la poesía y las canciones pueden sobrevivir a un holocausto. Nadie puede recordar una novela entera, ni describir una película, una escultura o una pintura, pero mientras haya seres humanos, las canciones y la poesía sobrevivirán».
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